Tres horas de conversación. Mucho tiempo para una visita protocolar de saludo, innecesaria, además, pero en fin algo como para no aparecer malcriado o displicente. Quince minutos protocolares eran más que suficientes. Y decimos fue mucho tiempo para no saber a ciencia cierta, qué trataron los convidados. De Alan García no se puede fiar nadie y menos los de Gana Perú (Humala, Marisol Espinoza, Abugattás, Chehade) que asistieron a palacio de gobierno. Los políticos tienen responsabilidades y parece que los recién electos no están entendiendo las cosas. La reconciliación nacional, nada tiene que ver con los políticos derrotados en la alianza corrupta de la mafia fujimorista, alanista, PPK y Castañeda; toda ella con cabeceras cortadas por la misma tijera de la indecencia en el Perú. La reconciliación no puede significar pactos con la corrupción y la inmoralidad, con la vesania y el cinismo, con el crimen y la descomposición del estado. Recuérdese que la lucha principal, en la segunda vuelta electoral, fue contra una organización mafiosa de enormes tentáculos que, habiendo sido derrotada, hoy se siente la ganadora sobre la base de los poderes fácticos que dominan.
“Básicamente, (se trató de) escuchar las experiencias (de García)” señaló Ollanta Humala a su salida de palacio. En pocas palabras no quiso decir lo que tenía que decir. Mal comienzo, porque para el pueblo no debe haber secretos, ni suspicacias ni tratos a su espalda. García Pérez es un enemigo peligroso, cínico y capaz de cualquier temeridad resolutiva, su lugar es el banquillo de los acusados en los tribunales de justicia y luego la cárcel que espera a los delincuentes de su calaña, tal como ocurre con Alberto Fujimori. Sin embargo, muy escueto, cuidadoso y arreglado, Ollanta Humala, pretende olvidar agravios y dice alrededor de anteriores críticas injuriantes hechas por García Pérez contra él, que “en este nivel de lo que hay que hablar es del Perú.”
Preguntemos en voz alta. ¿Qué es hablar sobre el Perú y por qué el país no debe saberlo? Suponemos que el señor Ollanta Humala habrá tratado sobre las denuncias hechas por él durante el debate presidencial, respecto a los crímenes de Bagua, Moquegua, Arequipa, Puno, Madre de Dios, etc. y de cómo se van a devolver las “montañas de dinero” sustraídas al país por Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, Aritomi, los generales del “chino” “chino” “chino” encabezados por Hermosa Ríos, Malca y otros; seguro, también, sobre las otras “montañas de dinero” sustraídas en los “faenones” de Alan García y sus secuaces Jorge del Castillo, Leon Alegría, Garrido Lecca, Quimper, Castañeda, etc. ¿Sobre esto quiere guardar discreción el presidente electo? No es necesario, amigo Ollanta, hable claro, nosotros lo respaldamos. El “dialogo democrático” no significa “borrón y cuenta nueva” la ciudadanía entera espera honestidad y aplicación de la ley, por muy “simpático” “cordial” y “colaboracionista” que les parezca o se ofrezca Alan García Pérez.
Preguntemos en voz alta. ¿Qué es hablar sobre el Perú y por qué el país no debe saberlo? Suponemos que el señor Ollanta Humala habrá tratado sobre las denuncias hechas por él durante el debate presidencial, respecto a los crímenes de Bagua, Moquegua, Arequipa, Puno, Madre de Dios, etc. y de cómo se van a devolver las “montañas de dinero” sustraídas al país por Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, Aritomi, los generales del “chino” “chino” “chino” encabezados por Hermosa Ríos, Malca y otros; seguro, también, sobre las otras “montañas de dinero” sustraídas en los “faenones” de Alan García y sus secuaces Jorge del Castillo, Leon Alegría, Garrido Lecca, Quimper, Castañeda, etc. ¿Sobre esto quiere guardar discreción el presidente electo? No es necesario, amigo Ollanta, hable claro, nosotros lo respaldamos. El “dialogo democrático” no significa “borrón y cuenta nueva” la ciudadanía entera espera honestidad y aplicación de la ley, por muy “simpático” “cordial” y “colaboracionista” que les parezca o se ofrezca Alan García Pérez.
Insistimos, tres horas de “dialogo democrático” es mucho tiempo. Tiempo perdido porque de Alan García no se puede aprender absolutamente nada, excepto, los convidados estén interesados en aprender cómo cometer genocidios y quedar impunes; cómo robar a manos llenas y lograr prescripciones a sus delitos; cómo llamar a los pobladores humildes, ciudadanos de tercera clase y perros del hortelano; cómo reprimir el movimiento obrero y popular con leyes especiales de penalización; cómo fabricar “faenones” con sus compinches y echarles la culpa a ellos; cómo recibir “coimas” de los contratistas con el estado Collique, Pentagonito, Graña y Montero, consorcios mineros, Telefónica, etc. y la brasilera Ofebrecth y luego aceptar “donaciones” de Cristos a lo robado y poner de la “suya” cien mil soles. En fin lo único que se puede aprender de Alan García Pérez es como tan fácil, pero tan fácil, “la plata llega sola” y no creemos que ninguna de estas lecciones, sean buenas para los recién electos mandatarios.