“‘Si oponéis condiciones al capital extranjero, no vendrá nunca y entonces nuestro país quedará sumido en la barbarie y en la degradación’... Es la cantiga vacua y mil veces repetida de los devotos del imperialismo, prosternados, convencidos y, no lo olvidemos, bien pagados”
(Raúl Haya de la Torre. El antimperialismo y el APRA. 1928)
El partido aprista celebra los rituales propios del “Día de la fraternidad”. “Fraternidad” cuya mayor expresión es, sin ninguna duda, el hecho de que, bajo su gobierno, sólo el año pasado un puñado de transnacionales ganaron 8.000 millones de dólares de utilidades netas, mientras 12 millones de peruanos, sumando todos nuestros sueldos, estuvimos por debajo de esa cifra en el mismo año. Cabe preguntarse entonces cuál es la relación de este gobierno y los postulados doctrinarios de Haya de la Torre y el aprismo original, en torno al cual se realiza la celebración.
Los prohombres apristas no hablan ya de “Indoamérica”, como solía hacerlo el ideólogo, y a apenas dos años de la carnicería de hermanos indígenas y policías que perpetraron en Bagua, en verdad se agradece. Sin embargo, la incoherencia mayor de esta celebración es que se realiza en medio de los decretos de la vergüenza, 001 y 002, que el aprismo apura irracionalmente antes de dejar el gobierno. La razón es la misma que la de los famosos decretos de la Selva que llevaron al desastre de Bagua, entregar cuanto antes, sin controles ni legalidades incomodas, el patrimonio nacional a grandes intereses extranjeros, que esta vez incluyen la instalación de prostíbulos chilenos (eufemísticamente llamados “centros turísticos de diversión”) nada menos que en zonas estratégicas para la seguridad del país como Base Naval de Callao.
La motivación esgrimida oficialmente para ello la comenta premonitoriamente el propio Haya de la Torre: “‘Nuestros países necesitan capitales –dicen– y hay que dar entrada a éstos, vengan de donde vengan y vengan como vengan’. ¿Quién no ha oído… expresiones semejantes en la oratoria chata de nuestros politicastros y… mercaderes…?... ¿Nuestros países necesitan de capitales?... Sí. Si los necesitan, ¿hay que darles entrada vengan de donde vengan y vengan como vengan? La respuesta es negativa: No… mientras el capitalismo subsista como sistema dominante en los países más avanzados, tendremos que tratar con el capitalismo. ¿Cómo tratar? He ahí la gran cuestión. Es evidente que bajo el prejuicio de que ‘nuestros países necesitan capitales vengan de donde vengan y vengan como vengan’, Indoamérica los ha recibido siempre sin condiciones. Los capitales… no resultan así fuerzas de progreso, resortes de liberación, sino cadenas de esclavitud… el Estado y sólo él… debe controlar las inversiones de capitales bajo estrictas condiciones, afirmadas en la necesidad que obliga al capital excedente de los grandes centros industriales a emigrar” (Raúl Haya de la Torre. El antimperialismo y el APRA. 1928).
Lucía Alvites
Candidata al Congreso por Gana Perú N° 34
(Raúl Haya de la Torre. El antimperialismo y el APRA. 1928)
El partido aprista celebra los rituales propios del “Día de la fraternidad”. “Fraternidad” cuya mayor expresión es, sin ninguna duda, el hecho de que, bajo su gobierno, sólo el año pasado un puñado de transnacionales ganaron 8.000 millones de dólares de utilidades netas, mientras 12 millones de peruanos, sumando todos nuestros sueldos, estuvimos por debajo de esa cifra en el mismo año. Cabe preguntarse entonces cuál es la relación de este gobierno y los postulados doctrinarios de Haya de la Torre y el aprismo original, en torno al cual se realiza la celebración.
Los prohombres apristas no hablan ya de “Indoamérica”, como solía hacerlo el ideólogo, y a apenas dos años de la carnicería de hermanos indígenas y policías que perpetraron en Bagua, en verdad se agradece. Sin embargo, la incoherencia mayor de esta celebración es que se realiza en medio de los decretos de la vergüenza, 001 y 002, que el aprismo apura irracionalmente antes de dejar el gobierno. La razón es la misma que la de los famosos decretos de la Selva que llevaron al desastre de Bagua, entregar cuanto antes, sin controles ni legalidades incomodas, el patrimonio nacional a grandes intereses extranjeros, que esta vez incluyen la instalación de prostíbulos chilenos (eufemísticamente llamados “centros turísticos de diversión”) nada menos que en zonas estratégicas para la seguridad del país como Base Naval de Callao.
La motivación esgrimida oficialmente para ello la comenta premonitoriamente el propio Haya de la Torre: “‘Nuestros países necesitan capitales –dicen– y hay que dar entrada a éstos, vengan de donde vengan y vengan como vengan’. ¿Quién no ha oído… expresiones semejantes en la oratoria chata de nuestros politicastros y… mercaderes…?... ¿Nuestros países necesitan de capitales?... Sí. Si los necesitan, ¿hay que darles entrada vengan de donde vengan y vengan como vengan? La respuesta es negativa: No… mientras el capitalismo subsista como sistema dominante en los países más avanzados, tendremos que tratar con el capitalismo. ¿Cómo tratar? He ahí la gran cuestión. Es evidente que bajo el prejuicio de que ‘nuestros países necesitan capitales vengan de donde vengan y vengan como vengan’, Indoamérica los ha recibido siempre sin condiciones. Los capitales… no resultan así fuerzas de progreso, resortes de liberación, sino cadenas de esclavitud… el Estado y sólo él… debe controlar las inversiones de capitales bajo estrictas condiciones, afirmadas en la necesidad que obliga al capital excedente de los grandes centros industriales a emigrar” (Raúl Haya de la Torre. El antimperialismo y el APRA. 1928).
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Así las cosas, tal vez debamos empezar a dejar de llamar “APRA” al partido de García y de del Castillo. Y comenzar a llamarlo simplemente “A”. Es decir, “Alianza”. Ya ni “Popular”, ni “Revolucionaria”, ni “Americana”. La “A” de los “aístas”. Cuya “fraternidad” ya sabemos bien al servicio de quién está.
Pero lo más importante es hacer algo al respecto, este 10 de abril.
Pero lo más importante es hacer algo al respecto, este 10 de abril.
Lucía Alvites
Candidata al Congreso por Gana Perú N° 34
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