Viva indignación debe producir en el país el trato vil y denigrante que las autoridades judiciales y policiales y ciertos medios de comunicación, dieron a la señora Lori Berenson y a su menor hijo de 15 meses de nacido, a quienes afectaron con amenazas, presiones y humillaciones, para finalmente recluir a la afectada nuevamente en el Penal Santa Mónica de Chorrillos.Se puede estar de acuerdo, o en desacuerdo, con las concepciones de la persona incriminada en el caso, pero nada justifica que se le recluya nuevamente -luego de 15 torturantes años de cárcel- con el ridículo argumento de “imprecisiones domiciliarias”, cuando todo el país vio dónde vivía y a cuyo lugar llegaron los medios y ciertas personas vociferantes para insultarla y agredirla.
El trato vejatorio consumado contra la señora Berenson nos retrotrae a las etapas más duras y siniestras de la historia del Perú en las que se impusieron prácticas de odio sencillamente inaceptables; y que constituyen un precedente de intolerancia que no se ha seguido en otros casos.
Confiamos en que, finalmente, habrá de primar un elemental sentido y se establecerán los mecanismos racionales en la administración de justicia.
Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
Gustavo Espinoza M.
Lima, 19 de agosto del 2010
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