Por: César Zelada
Es inspiradora. A pesar de enfrentarse a un ejército monárquico poderoso, los 10 mil militantes de los Camisas Rojas (que lograron movilizar 100 mil los fines de semana), atrincheradas en el centro de Bangkok con sus barricadas de piedras y molotov, lucharon durante dos meses hasta el final demandando nuevas elecciones. Hubo más de 50 muertos y 400 heridos. Pero, ¿a qué se debe esta rebelión?
Tailandia se encuentra ubicada en Asia. Tiene una población de cerca de 70 millones de habitantes. Es el décimo exportador mundial de automóviles. Dio nacimiento al Kick Boxing y practica la religión budista (aunque existen minorías islámicas, hindúes y cristianas). Contradictoriamente, el nombre del país, que es actualmente gobernado por una monarquía constitucional, significa “País de Gente Libre”.
Históricamente, Tailandia, nunca fue colonizada por Europa debido a la política pragmática de sus líderes que durante la II Guerra Mundial apoyaron a Japón, pero cuando vieron que el Imperio Nipón iba a perder, no dudaron un instante en alinearse con el Imperio del Norte. Además, Tailandia, ha estado caracterizada por golpes de Estado. La política neoliberal logró, por un lado, un crecimiento del 9% entre 1985-95 y del 6% en el 2003 (después de la crisis de los tigres del Asia de fines de los 90s), pero por otro lado, como sucede en Perú, esta riqueza no se distribuye equitativamente por el carácter burocrático del sistema capitalista (según el Banco de Tailandia el 20% más rico controla el 69% de la riqueza, mientras que el 20% sólo tiene el 1%. La población pobre es el 70%).
Es esta cuestión de rabia entre los pobres, que logró que el líder nacionalistaThaksin Shinawatra (un magnate de las comunicaciones), canalizara nuevamente las demandas populares conquistando el poder en el 2005, para luego ser derrocado por el actual primer ministro, Abhisit Vejjajiva, a través de un golpe militar en el 2006. Esta situación exacerbo los ánimos del Frente Unido para la Democracia (UDD), conocidos como los Camisas Rojas (integrado por ex guerrilleros y dirigentes del desaparecido Partido Comunista), que marchan exigiendo la caída de la dictadura.
Como Alan García, el dictador Vejjajiva, tildó a los miles de protestantes de oposición de ser “terroristas”. Pero olvida intencionalmente que en el 2006 y 2007, los matones de "camisas amarillas" (clases medias urbanas, sectores reaccionarios del ejército, etc. que tienen al amarillo como símbolo de la monarquía), del Partido Demócrata boicotearon las elecciones que Thaksin Shinawatra (en el 2007 postuló por el Partido por el Poder Popular), ganó. Esta política de calumnias y de criminalización de la protesta democrática, generó mayor polarización entre las clases en contienda.
Si bien es cierto, Shinawatra (quién ganó las elecciones del 2001 con un discurso nacionalista), representa a un ala de la burguesía (más liberal), como sucedió con Toledo en el 2000, las masas que se sumaron a la lucha contra la dictadura son de un carácter campesino y proletario. Entonces, es a este movimiento subterráneo, que pone en jaque la estructura de poder de la monarquía, la que la puso con los nervios de punta.
Los trabajadores, en la práctica, estaban planteando la cuestión del poder político. Las propias FF.AA. comenzaron a fraccionarse con la intervención del ex general del Ejército, Jattiya Sawasdipol, como líder de las Camisas Rojas (quien luego fue asesinado por francotiradores). Esto fue intolerable para la dictadura de Vejjajiva.
Tailandia se encuentra ubicada en Asia. Tiene una población de cerca de 70 millones de habitantes. Es el décimo exportador mundial de automóviles. Dio nacimiento al Kick Boxing y practica la religión budista (aunque existen minorías islámicas, hindúes y cristianas). Contradictoriamente, el nombre del país, que es actualmente gobernado por una monarquía constitucional, significa “País de Gente Libre”.
Históricamente, Tailandia, nunca fue colonizada por Europa debido a la política pragmática de sus líderes que durante la II Guerra Mundial apoyaron a Japón, pero cuando vieron que el Imperio Nipón iba a perder, no dudaron un instante en alinearse con el Imperio del Norte. Además, Tailandia, ha estado caracterizada por golpes de Estado. La política neoliberal logró, por un lado, un crecimiento del 9% entre 1985-95 y del 6% en el 2003 (después de la crisis de los tigres del Asia de fines de los 90s), pero por otro lado, como sucede en Perú, esta riqueza no se distribuye equitativamente por el carácter burocrático del sistema capitalista (según el Banco de Tailandia el 20% más rico controla el 69% de la riqueza, mientras que el 20% sólo tiene el 1%. La población pobre es el 70%).
Es esta cuestión de rabia entre los pobres, que logró que el líder nacionalistaThaksin Shinawatra (un magnate de las comunicaciones), canalizara nuevamente las demandas populares conquistando el poder en el 2005, para luego ser derrocado por el actual primer ministro, Abhisit Vejjajiva, a través de un golpe militar en el 2006. Esta situación exacerbo los ánimos del Frente Unido para la Democracia (UDD), conocidos como los Camisas Rojas (integrado por ex guerrilleros y dirigentes del desaparecido Partido Comunista), que marchan exigiendo la caída de la dictadura.
Como Alan García, el dictador Vejjajiva, tildó a los miles de protestantes de oposición de ser “terroristas”. Pero olvida intencionalmente que en el 2006 y 2007, los matones de "camisas amarillas" (clases medias urbanas, sectores reaccionarios del ejército, etc. que tienen al amarillo como símbolo de la monarquía), del Partido Demócrata boicotearon las elecciones que Thaksin Shinawatra (en el 2007 postuló por el Partido por el Poder Popular), ganó. Esta política de calumnias y de criminalización de la protesta democrática, generó mayor polarización entre las clases en contienda.
Si bien es cierto, Shinawatra (quién ganó las elecciones del 2001 con un discurso nacionalista), representa a un ala de la burguesía (más liberal), como sucedió con Toledo en el 2000, las masas que se sumaron a la lucha contra la dictadura son de un carácter campesino y proletario. Entonces, es a este movimiento subterráneo, que pone en jaque la estructura de poder de la monarquía, la que la puso con los nervios de punta.
Los trabajadores, en la práctica, estaban planteando la cuestión del poder político. Las propias FF.AA. comenzaron a fraccionarse con la intervención del ex general del Ejército, Jattiya Sawasdipol, como líder de las Camisas Rojas (quien luego fue asesinado por francotiradores). Esto fue intolerable para la dictadura de Vejjajiva.
Al final, el ala dura del régimen se impuso. El saldo es el incendio del Central World (uno de los más grandes de Asia), la Bolsa de Bangkok, varios centros comerciales, etc. así como decenas de muertos, cientos de heridos y casi la totalidad de los dirigentes de los Camisas Rojas capturados.
El régimen monárquico cree que venció. Pero los combatientes han sido recibidos por sus pueblos como héroes. “…cientos arribaron por tren para ser bienvenidos con paquetes de comida y agua…”, redacta The Economist (22/05/10). En respuesta a la masacre, en el noreste, los Camisas Rojas, incendiaron dos edificios de gobiernos provinciales aliados del dictador Vejjajiva. Este factor manifiesta que probablemente el conflicto pasará a otro nivel de lucha, al menos que la dictadura convoque a nuevas elecciones realmente democráticas.
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